Con el estómago vacío se tiende a hacer la compra de los alimentos que más gustan y que, en la mayoría de los casos, son poco saludables.

Un hábito muy extendido entre los ciudadanos es hacer la compra a primera hora de la mañana, o al final de la tarde, antes de comer o de cenar. Es una labor cotidiana para numerosas personas que, en apariencia, carece de inconvenientes. Sin embargo, diferentes estudios asocian la obesidad con el hecho de acudir a hacer la compra en ayunas. Este efecto se produce mayoritariamente en la población femenina, más encargada normalmente de las tareas domésticas. También los niños, en su inconsciencia del “deber”, caen en la petición de alimentos superfluos que les llaman la atención. Y esto las empresas lo saben.

Nos graban, ponen música de diferente tipo según la hora del día, colocan los alimentos de forma que te cueste poco encontrar las golosinas y un poco más lo saludable. Resaltan las ofertas de alimentos basura, mientras que los precios de las manzanas no se suelen promocionar. Pocas veces encuentras un 3×2 en naranjas o en pescado y, sin embargo, en refrescos, alcohol, cereales, galletas, chuches, nos perderíamos enumerando la oferta.

También nos encontramos con numerosas ofertas para probar un alimento concreto. De igual modo aquí, pocas veces te dan a probar un pan integral, o un lácteo sano. Encontramos, chocolates, bollos, palmeritas o patés, entre la “oferta gastronómica gratis” de ese día.

El simple hecho de ver u oler un alimento apetecible activa al hipotálamo, en el cerebro, y comienzan a secretarse jugos gástricos y saliva, activándose el aparato digestivo que se pone listo para trabajar.

🛒 Cuestión de impulsos

En muchos casos, hacer la compra de un alimento y su ingesta posterior se realiza de manera impulsiva, sin reflexionar acerca de si se tiene o no hambre. Realmente la persona en ese instante es incapaz de distinguir entre hambre y apetito. La sensación más común es tener hambre, sobre todo si la compra se realiza en esos momentos descritos anteriormente, pero si fuera consciente de lo que ocurre en su cerebro entendería que, a pesar de que siente hambre, su organismo puede soportar esta sensación, hasta el momento de llegar a casa y preparar comida saludable, sin la necesidad de la satisfacción inmediata que proporcionarían los alimentos superfluos.

Estos impulsos se ven acrecentados cuando la persona ya sufre estrés crónico o ansiedad, entrando en un bucle emocional de necesidad-comida basura-culpabilidad-desánimo-ansiedad y vuelta a empezar. (Si quieres saber más sobre esto, consulta nuestros talleres de alimentación emocional).

La compra de alimentos es un pilar básico en la planificación de la alimentación. Si se hace bien, se ahorra tiempo, dinero y se invierte en salud a través de la buena selección de alimentos. El paso previo a hacer la compra es prever qué se necesita. ANTICIPACIÓN. Conviene disponer de un plan de menús semanales equilibrado con la lista de platos, para saber cuáles son los ingredientes que necesitamos, además de tu lista de imprescindibles.

Acudir a la compra con tu lista y sin hambre te ayudará a realizar una compra equilibrada, de la cual te sentirás más satisfecho.

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