Spoiler, no existe el paciente perfecto. Tampoco el terapeuta perfecto, ni el médico, ni el nutricionista, ni el psicólogo.

Existen personas con problemas, y personas con conocimientos y herramientas para ayudar a solucionarlos. Existen pacientes con obesidad, con sobrepeso, enfermedades de la sociedad actual. Tan extendidas que casi nos creemos que son estados “del ser”, algo “normal”, aceptado e inevitable. Tan normalizado que nos hemos creído que si eres gordo tienes que esforzarte a ser feliz y aceptarlo, como si no pudieras hacer nada por cambiarlo.

Se puede ser alto o bajo, rubio o moreno, engreído o amable, se puede estar gordo o flaco, feliz o triste, cansado o animoso. Aprender a SER, en el ámbito emocional, lo dejaré para la labor tan sorprendente de los padres y madres que educan, para los profesores y profesoras que enseñan, para los psicólogos y psicólogas que guían y ayudan.

Pero el estar físicamente sano es una labor a la que me dedico todos los días.

La importancia de la implicación del paciente

A mis pacientes les pido consecuencia, responsabilidad y continuidad. No perfección. Aprender dónde se equivocan, cuándo y cómo es fundamental para rectificar los malos hábitos adquiridos y enseñados, en este caso en la alimentación.

Por eso, cuando un paciente no se implica, no es constante, no es consecuente… poco podemos hacer los demás por él. Porque, como siempre les digo a ellos, “eres el único interesado en que esto funcione, el responsable de todo lo bueno y de todo lo malo”. Vaya, que “la pelota está en tu tejado”. Qué alegría cada vez que un paciente entiende esto, sin importar el resultado que obtenga ese día en la báscula, porque sin darse cuenta, va forjando una persona más fuerte, más libre, más sana.

Como persona que veo el sufrimiento físico, y psicológico, de esta epidemia de obesidad que asola el mundo, hasta en los países en vías de desarrollo, me duele ver cómo poco se hace a nivel sanitario o como, cuando se hace, a lo mejor requiere medidas muy drásticas.

Como dietista y educadora en el arte del comer, solo puedo pensar en que, con voluntad de querer y ayuda de todo el que tenga alrededor, el paciente con sobrepeso y obesidad puede vivir mejor, sentirse mejor y aprovechar cada día que te brinda la vida. Con libertad de elección y con la satisfacción de ser una persona sana.

Comer bien es un derecho, y deberíamos saber respetarlo para quienes deciden cambiar. Si no puedes ayudar, solo anima, y si eres el paciente, piensa cómo quieres solucionarlo.

Salud y buenos alimentos.

Ir al contenido