Pensaba llamar a este artículo la dulce tortura, porque empezó como una prueba con un dulce y una paciente, pero finalmente se ha convertido en un experimento con más tipos de alimentos y más personas, incluso sin ser pacientes. Os explico a continuación, no vayáis a pensar que me he puesto a torturar a gente, así por las buenas.

Llevo muchos años observando la capacidad de control a la hora de comer que tengo y tiene la gente de mi alrededor, conocida o simplemente ajena a mí. Llamadlo curiosidad o defecto profesional, pero cuando observo, simplemente hago eso, sin juzgar, sin recriminar. Se sacan muchas conclusiones cuando uno observa.

He visto y veo gente que come en grupo como si fueran a quedarse sin comida. Y si lo pensáis bien, es bastante normal, puesto que no hemos dejado de ser animales que comemos en grupo. Y que me diga algún antropólogo si el “tonto el último” no se cumple a la perfección en este caso.

 

También se ve gente con normopeso, muy poco preocupados de lo que comen, ya que al parecer “se lo pueden permitir”. Y no solo no se preocupan de lo que comen, tampoco de cómo comen. La rapidez es un factor clave. Engullen, sin saborear, sin disfrutar. Y, claro, el disfrute lo obtienen de comer comida muy palatable, con mucha sal o azúcar, grasas o aditivos.

 

Existe, por supuesto, el comedor perfecto socialmente hablando. Normalmente con un sobrepeso u obesidad a sus espaldas importante, que no se explica ante los demás, cómo es posible tal magnitud de cifras en su báscula. No bebe alcohol, no come fritos ni dulce y se pide “una ensalada”. Cierto es que mejor esto que nada; pero, desde luego, no es la solución, sobre todo si cuando llega a casa se esconde por las esquinas a comer, limpiando las migas de los restos.

 

Este último perfil también acostumbra, en consulta, a explicar que come SANO. Y cierto es que comerte 1 kilo de langostinos a la 1.00 am es comida sana, pero no equilibrada.

En un sentido simbólico, el EQUILIBRIO se refiere a la armonía entre cosas diversas, la mesura, la ecuanimidad, la sensatez en los juicios y los actos de contemporización. En alimentación hablamos de dieta equilibrada a aquella que posee los nutrientes adecuados en las proporciones adecuadas, cuyo efecto supone el óptimo funcionamiento de nuestro organismo.

Cada persona posee unas características fisiológicas determinadas, además de una actividad física muy particular. Por tanto, su alimentación también debe serlo. Creer que a todos nos va bien una sola cosa o un mismo ejercicio es caer en la equivocación y frecuentemente en el exceso. Por eso, tal vez os suenen frases de los nuestros, cuando en un día especial te intentan convencer con: “anda, si por un día…”, “no vas a estar penando siempre…”, “si por un trozo…”, y entonces vas tú Y TE LO CREES.

Muy largo debate si nos metemos con el rollo este de asertividad y respeto y blablablabla, así que me centro de nuevo en el término equilibrio, mesura, AUTOCONTROL. Tener y creer que tienes autocontrol van de la mano. Si no crees que puedes controlar lo que comes o cuánto, nunca conseguirás parar ante una comida concreta. Cuando acabas la bolsa, o el trozo, o la caja, te sientes saciado y en muchas ocasiones, CULPABLE.

En los próximos post os enseño pacientes con los que hemos tenido que trabajar la mesura.

Sobre el experimento…

  • Consulta aquí el caso I.
  • Consulta aquí el caso II.
  • Consulta aquí el caso III.
  • Consulta aquí el caso IV.
  • Consulta aquí el caso V.

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Comprueba por ti mismo lo que una buena alimentación puede hacer por tu vida.

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